¿Hacia dónde vamos…?
Ante un planeta convulsionado por
la pandemia. Un escenario con incertidumbre. Una brecha de desigualdad que
acentúa su margen. Una nueva forma de llevar la enseñanza. Un planeta que
respira profundamente. Una resiliencia tecnológica acelerada. Una movilidad
evolucionando. En fin, seis meses viviendo y conviviendo con el enemigo
(COVID-19). Pero ¿hacia dónde vamos?
La pandemia ha puesto en
evidencia las debilidades y fortalezas de las naciones. En México, la
desigualdad ha sido una cobija que se viene arrastrando por años. Hay escenarios
que revelan el incremento, post-pandemia, de la pobreza en América Latina. Bien
se menciona, “…aunque el virus golpea por igual a ricos y pobres, hay grandes
diferencias a la hora de combatirlo en función de la clase social”. Por ello se
deben aplicar estrategias de contención para impulsar los sectores marginados.
Las circunstancias han obligado a
reconectarnos, a reinventarnos, redescubrirnos y redefinirnos, de mil maneras
posibles, desde lo tecnológico hasta lo espiritual. Obligándonos a explotar
nuestras capacidades y habilidades de supervivencia.
Seamos realistas, todavía no conocemos
el verdadero impacto de la pandemia, con el paso del tiempo se irá reflejando.
Las decisiones de hoy impactarán en el futuro, de forma positiva o negativa. No
lo sabemos, pero se puede medir, se puede pronosticar, y hasta mitigar en caso
de ser negativos. Hay analistas financieros que ven una recuperación del país
hasta 2023, por ejemplo.
¿Y los empleos? ¡Por los suelos!
Las solicitudes laborales se dispararon a borbotones. Las empresas más que
contratar, rescindieron contratos. Algunas quebraron. Nadie se arriesga. Es por
ello que las personas hicieron de la tecnología su mejor aliado. Se volcaron a
ofrecer servicios, productos, talleres, charlas, etc., ¡ojo! No todos tienen las
herramientas y la capacidad para hacerlo, pero si otras habilidades que aportan.
El home office ha sido la tortura
para unos y la felicidad de otros. Lo cierto es que la industria, el comercio y
la educación evolucionan. Nos hemos adelantado al futuro, al de la comunicación
virtual, la revolución de la tecnología, las ventas digitales, la rapidez y
eficiencia. Al menos eso se busca. Adoptar las fortalezas y no los vicios. Con
todos los riesgos que implica.
Existe un fenómeno interesante, pues el planeta está logrando esa bocanada de oxígeno que requería, al menos durante las restricciones sanitarias. En varios puntos del planeta el uso de la bicicleta se está acentuando, ¿por qué? La población se siente más protegida, en la sana distancia y evitando contagiarse. En países europeos están cediendo carriles vehiculares para las bicicletas. En EUA pasa lo mismo en algunos estados. ¿Y aquí, hay una movilidad sustentable?
¿Regresar a la normalidad? ¡No! Al menos no la normalidad que teníamos. Seamos nuestra mejor versión. Encontremos refugio en nuestras pasiones. Seguramente se quedaron proyectos detenidos, viajes planeados, bodas agendadas, estudios programados...Que toda esa acumulación sirva para no bajar la guardia y enfocar el objetivo. ¡Seamos agentes de cambio!
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